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Fito Páez muestra en Madrid qué queda del amor 30 años después del amor

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Madrid, 25 oct. ¿Qué queda de «El amor después del amor»? Fito Páez ha vuelto a lanzar ante 6.000 personas en el Wizink Center de Madrid esa pregunta que planteó hace ya 30 años en forma de disco y cuya respuesta, visto lo visto esta noche, mantiene aún su vigencia: quedan las canciones y, si son buenas, la eternidad.

Fue en 1992 cuando publicó ese séptimo trabajo con una nómina de colaboradores apabullante, como un atlas de la música argentina del momento, con acento en el rock; entre ellos, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Mercedes Sosa, Fabiana Cantilo, Andrés Calamaro o Ariel Rot, hoy entre el público asistente.

De los 14 temas que incluía, 10 llegaron a ser sencillos, lo que da una idea además de la larga vida comercial de ese álbum que se convirtió en el más vendido de su país (en 2012, superaba el millón de copias) y que lo coronó de por vida como un astro de la música.

Así pues, para esta visita en la que había de revisar íntegramente y en el mismo orden en que fue editado aquel disco emblemático, el íntimo Teatro Circo Price en el que ofreció su última actuación a lo «piano bar» en Madrid en 2019 se habría quedado muy pequeño.

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La taquilla, con las entradas agotadas para sus dos compromisos en España (en Barcelona tocará el próximo sábado), le ha dado la razón al volver con un formato mayor en el antiguo Palacio de Deportes, aunque haya sido cinco meses después de la fecha inicialmente prevista, según su promotora, por un positivo de covid-19.

Hasta ocho músicos con sección de viento metal incluida y una corista han ido ocupando sus lugares poco después de las 9 de la noche mientras en primer plano empezaba a sonar el tema que abre y titula el álbum homenajeado, a la espera de un Páez que se ha hecho presente primero como un espíritu que resonaba desde el pasado, solo a través de su voz.

El estribillo ha conjurado por fin su presencia física encima del escenario en medio del clamor de una pista que, pese a las sillas, lo ha recibido en pie como a la gran estrella que es, ganador de múltiples Latin Grammys (uno a la Excelencia Musical) y en 2021 por fin del Grammy al mejor disco latino de rock o alternativo por «La conquista del espacio» (2020).

«Dos días en la vida», «La Verónica»… las canciones han ido desfilando libres en su ejecución y a la vez tan suyas como lo son ese pelo ensortijado, las gafas tornasoladas y, por supuesto, el piano que se ha convertido en una extensión de su ser.

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Ha sido en términos generales un concierto que ha ido cada vez a más, decididamente mejor la segunda parte que la primera, cuando el sonido por momentos ha resultado más embrollado y con un eco metálico excesivo en la voz del artista.

«Pétalo de sal» le ha llevado a recordar el «exotismo total» de Spinetta, mientras que con «Un vestido y un amor», compuesta para la que se convertiría en su esposa, la actriz Cecilia Roth, ha rememorado cómo la descubrió en «Laberinto de pasiones» de Pedro Almodóvar y predijo erróneamente que «una mujer así» nunca le daría bola (sic).

Su interpretación a solas al piano le ha supuesto el primer gran aplauso, pero no el único, pues justo después y tras despojarse de las gafas oscuras ha recuperado «Tumbas de la gloria» entre los coros de un público entregado y el acompañamiento épico del resto de la banda, como en el inspirado final de «Creo».

Como prueba de la diversidad de géneros que supo hilar en este trabajo se ha visto el contraste entre la influencia folk de Chabuca Granda en «Detrás del muro de los lamentos» y la inesperada disrupción de «Balada de doña Helenna», con la guitarra cargada de munición eléctrica.

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«Este es el tema donde se prenden los teléfonos», ha avisado luego con «Brillante sobre el mic», que dedicó a otra de sus parejas, Fabiana Cantilo, y que ha sonado antes del jovial y muy argentino «A rodar mi vida», remate del bloque dedicado a «El amor después del amor».

No ha sido el final, pues tras 10 minutos de pausa ha vuelto para interpretar otros éxitos de su carrera como «El diablo de tu corazón» o la apoteósica «Ciudad de pobres corazones», obviando en el repertorio sus más experimentales aventuras recientes, como es el caso del disco «Futurología Arlt».

Como novedad, en esta ciudad en la que compartieron «tantas noches, libros, películas y vida», ha invitado al escenario a su «hermano» Ariel Rot para rehacer juntos y a solas «Giros», tras el que han sonado cortes como «Al otro lado del camino», «Yo vengo a ofrecer mi corazón», «Circo beat» o, tras dos horas y media de concierto, el broche alado y definitivo de su «Mariposa teknicolor».

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