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La armada ecuatoriana en halterofilia, a la conquista de los podios en Tokio

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La halterofilia es uno de los deportes en los que, a priori, tiene depositadas más esperanzas la delegación ecuatoriana en los Juegos Olímpicos de Tokio, con cuatro bazas claras a luchar por el podio en categoría femenina que reúnen la historia de este deporte en las últimas décadas en algún caso, y, en otros, la esperanza de un futuro inagotable de éxitos.

El equipo de trabajo que capitanea Jorge Rivero fijó su base de operaciones para preparar al detalle la cita olímpica en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de León con el fin de pulir los últimos detalles con cuatro de sus aventajadas discípulas, la veterana Alexandra Escobar, Tamara Salazar y las hermanas Dajomes, Neisi y Angie Paola.

Sobre todo en el caso de ésta última, a pesar de ser sus segundos Juegos -estuvo en Río de Janeiro con tan solo 18 años- llega con la vitola de favorita después de encabezar la clasificación mundial frente a sus rivales y tras acumular un palmarés más que destacado en todas las categorías menores e incluso también a nivel absoluto.

Los 118 kilos en arrancada y 143 en dos tiempos obtenidos en el campeonato sudamericano de Cali (Colombia) le han colocado el cartel de aspirante clara al oro en Tokio en su categoría y ella reconoce que ha notado «un poco la presión y por ello me aislé y alejé de los medios estando incomunicada el último mes, porque es cierto que he percibido una presión psicológica».

Neisi Dajomes, que reconoce haber «anhelado» la llegada de estos Juegos, considera a la veterana del cuarteto, Alexandra -41 años- como una auténtica referencia ya que disputará sus quintos Juegos, habiendo rozado el podio en varios de ellas, la última vez en Río de Janeiro con un cuarto puesto. «Supone una motivación para las que empezamos por su enorme trayectoria y su experiencia, nos enseña cómo mantener la calma y sobrellevar la presión, es como un escudo», resume.

Escobar, que tuvo que superar el Covid que le aisló durante unas semanas de los entrenamientos, llega con las máximas esperanzas de poder, por fin, lograr esa presea que ha acariciado en numerosas ocasiones, después de ser cuarta, quinta -en dos ocasiones- y novena. «Me iba a retirar después de Tokio 2020, pero decidí alargar un año más y ahora estoy con una mentalidad más serena, porque después de lo pasado, psicológicamente nos faltaba mucho», aseguró la veterana haltera ecuatoriana.

Ella apunta alguna de las claves de las causas por las que la halterofilia femenina cuenta con tan brillantes exponentes, a lo que su compañera Angie Paola Dajomes añade el factor de «haber salido, como la mayoría de los deportistas de alto nivel, de gente con bajos recursos y esa motivación de querer salir adelante, destaparse y superarse, ha prevalecido».

En este sentido, el experimentado entrenador Jorge Rivero también encuentra otras razones de peso como «la organización entre todos los estamentos del deporte y la dedicación a un deporte tan duro que han sabido enfrentarlo».

La hermana menor de Neisi también apunta alto en Tokio después de tener que bajar de categoría -de 69 a 64 kilos- «con la principal aspiración de cumplir las marcas propuestas y pelear por el podio».

Un anhelo que también persigue la cuarta protagonista, Tamara Salazar que a sus 23 años y en sus primeros Juegos Olímpicos tendrá como una de sus rivales a la berciana Lydia Valentín, después de que la haltera de Camponaraya, con la que ha estado compartiendo lugar de entrenamientos en las últimas semanas, se viera obligada a subir de categoría.

«Ha logrado tres medallas olímpicas y es una competidora con mucha experiencia, pero en la plataforma cada una da lo mejor de sí misma», comenta. También para ella su compatriota Alexandra Escobar supone «una motivación y un ejemplo», sintiendo, en igual medida, la presión de todo un país «que tiene los ojos puestos en nosotras, algo que es bueno y es un peldaño más para dar lo mejor como siempre».

En lo que todas coinciden es en desterrar, de una vez por todas, la leyenda que ha salpicado a este deporte en los últimos años, manchado por los casos de dopaje, donde precisamente Lydia Valentín se ha visto directamente beneficiada al lograr dos preseas olímpicas por la descalificación de sus rivales.

«Por unas pagamos todas y después de más de veinte años de carrera y un montón de pruebas he demostrado que hago juego limpio», comenta la más veterana. Contundente con este tema también se muestra Neisi Dajomes a la que le molesta que se manche la imagen de este deporte recogiendo el sentir muchas veces expresado por Lydia Valentín «peleando por la igualdad y justicia en el deporte, porque mientras unas nos sacamos el aire entrenando, no es justo que haya otras que busquen el camino fácil».

Por eso expresa su deseo de que no acaben por fructificar algunas voces que hablan de sacar del programa olímpico este deporte «que estuvo desde los primeros Juegos y por tanto no sería justo».