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La calle 6 de Marzo: tradición y herencia que adelantan el fin de año en Guayaquil

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En la calle 6 de Marzo, ubicada en el Suburbio de Guayaquil, el fin de año comienza antes de que el calendario lo marque. Desde noviembre, los monigotes conocidos como “Años Viejos” empiezan a ocupar veredas, patios y garajes, transformando por completo la dinámica del barrio y convirtiéndose en el epicentro de una tradición que mezcla trabajo artesanal, herencia familiar y fiesta popular.

Familias enteras recorren la zona en busca de figuras, mientras los niños marcan el pulso de las ventas. En los talleres, las figuras pasan por procesos de moldeado, secado y pintura, en jornadas que se extienden por horas y que reflejan el sacrificio detrás de cada pieza.

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La herencia también juega un papel clave, la tradición se mantiene viva pese a los cambios en la forma de fabricar los monigotes. Los primeros Años Viejos se elaboraban con ropa usada, aserrín y máscaras improvisadas, con el tiempo llegaron las estructuras de madera y cartón, y más tarde los moldes que permitieron la producción en serie. Sin embargo, el sentido original quemar lo viejo para recibir lo nuevo sigue intacto.

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Hoy, en la 6 de Marzo conviven monigotes pequeños de aserrín, vendidos desde 15 dólares, con figuras medianas y gigantes de varios metros, que atraen a visitantes de todo el país. Entre colores, chuzos, churros y granizados, la calle se convierte en un espacio festivo donde la tradición se resiste a desaparecer. La 6 de Marzo recuerda cada diciembre que el fin de año en Guayaquil no solo se celebra, sino que se construye con las manos de familias que, generación tras generación, sostienen una tradición que mezcla arte, sacrificio y memoria colectiva.

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