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mayo 5, 2024
julio 26, 2020
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La sesión solemne por el 25 de julio, fue un homenaje al valor y la fe de los guayaquileños

Una sesión diferente, al pie de un monumento al Corazón de Jesús iluminado en toda su plenitud, irradiando esa fuerza que da la fe de un pueblo que ha logrado salir adelante con la ayuda de Dios y de su indomable rebeldía y valor.

Tal fue el espíritu del discurso de rigor durante la sesión solemne conmemorativa de los 485 años de Fundación de la ciudad, que dio la alcaldesa guayaquileña, Cynthia Viteri, donde resaltó la unidad y la prestancia de instituciones, la empresa privada, profesionales de la salud, fundaciones y voluntarios para enfrentar la pandemia que ha sido la más terrible que ha soportado la ciudad. 

El vandalismo de octubre 

Fue un año duro, con un octubre siniestro cuando los violentos quisieron destruir la ciudad y fueron impedidos por la voluntad del pueblo que con barricadas frenó a más de 300 vehículos cargados de vándalos que venían a desolar a Guayaquil. Y recordó que quedó grabada en la retina de los porteños la imagen de uno de los violentos que arrancó un árbol en la céntrica calle Rumichaca en su afán destructivo. 

“Esta semana regresamos al mismo lugar e inauguramos una obra justo al pie del árbol arrancado, bajo vidrio, en la tierra, que representa a hombres, mujeres y niños de esta ciudad, sosteniendo las raíces de ese árbol con todas sus fuerzas”. 

Dijo que eso ejemplificaba el temple de los guayaquileños, que no importa que arranquen el árbol, ‘porque nosotros somos la fuerza de sus raíces’. 

Advirtió con no dejarse confundir por unos pocos críticos de un solo ojo, ‘que escriben con pasión lo que nunca se atrevieron a experimentar, levantar del piso a su vecino, a su hermano, a su amigo contagiado con la mortal enfermedad’. Por la boca habla el corazón del hombre, concluyó, parafraseando la cita bíblica. 

La mortal pandemia 

Y Guayaquil pasó a ser una ciudad devastada por el coronavirus, con gente muriendo en sus calles y siendo mala noticia en los medios internacionales, en plena pandemia durante marzo y abril, con los servicios de salud colapsados, ‘nos dimos cuenta que nos habían abandonado, dejado a nuestra suerte, un gobierno que repartió 215 millones de dólares para enfrentar la pandemia en los 221 cantones del país, menos de un millón por ciudad, cuando solo Guayaquil consumió 35 millones”. 

Narró que el momento culminante fue cuando la ciudad se dio cuenta que las únicas manos que la ayudarían eran las propias y emprendió la lucha, la batalla, que no termina y que cada día se pelea, para combatir al virus.  

“Nos cansamos de esperar que el estado nos devuelva algo  de lo que nos ha quitado. Nos convertimos en los cercados, los aislados, en los abandonados… nos dejaron sencillamente a nuestra suerte. Nadie sale, nadie entra, fue nuestra sentencia mortal” 

Se organizaron 51 puntos de salud municipales, casi mil médicos, y se salvaron 140 mil personas que no acudieron a los hospitales públicos del gobierno, también abandonados, igual que sus médicos, enfermeras y auxiliares, sin medicinas ni insumos, ni mascarillas… 

Señaló que Guayaquil es un ejemplo de unidad, donde ella misma pudo ver como todos colaboraban por salir adelante, soldados, policías, médicos, profesionales, todo el contingente municipal, cuyos 50 fallecimientos por covid atestiguan su entrega, al igual que 110 médicos, ‘cuya luz escribirá la nueva historia de esta ciudad, porque la escribieron con su aliento de vida’. Y con estas palabras se dio paso a un momento especial cuando se encendieron las luces que alumbrarán al monumento al Corazón de Jesus perennemente, ‘hasta cuando Dios quiera’. 

Guayaquil pasó a ser ejemplo mundial de entereza para enfrentar la tragedia y virar la suerte: de 700 muertos el 6 de abril, a cero fallecimientos al 10 de mayo. ‘En 34 días, unidos todos, con valentía y con lógica, y ahora tenemos 54 días alternados sin muertos’. 

La conformación de tres mesas, técnica de salud, de datos y de ayuda humanitaria, facilitó un control de la pandemia y de su grado de evolución y territorio donde atacaba, y con una acción puerta a puerta, buscar a los enfermos en sus casas para atenderlos, entregarles comida a los más pobres en los sectores más afectados, atender hasta sus animales domésticos con alimento y rescatar animalitos abandonados en la calle.  

“Seiscientas personas, entre militares, policías, agentes de la ATM y metropolitanos, bomberos, voluntarios, fumigadores, repartiendo alimentos, mascarillas, desinfección, desratización, atendieron a un millón y medio de personas”. 

Se levantaron dos hospitales de atención intermedia en 30 días con 300 camas con oxígeno, entre ellos, el símbolo de vida, la ex maternidad Enrique C. Sotomayor, ‘donde la mayoría de los guayaquileños hemos nacido’, que ahora es el más grande hospital municipal de Guayaquil, el Bicentenario, ‘y desde ahí, hemos vuelto a la vida, en medio del caos’. 

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