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Educación sobre diabetes crucial en Ecuador, donde es segunda causa de muerte
Médicos y pacientes advierten de la importancia de la educación y la concienciación sobre una enfermedad que es la segunda causa de muerte en Ecuador, en la víspera de que este sábado se conmemore el Día Mundial de la Diabetes.
Aunque no hay estudios específicos sobre la incidencia de la enfermedad en el país andino, estadísticas del INEC indican que, en 2019, fue la segunda causa de muerte en Ecuador.
E informes regionales apuntan a una prevalencia de la enfermedad de entre el 8 y el 10% de la población y para todos los tipos de diabetes, 1, 2 y estacional.
Así lo señala el especialista en medicina interna Mario Gonzaga, también experto en cardiología y que desde hace una década trabaja para la industria farmacéutica, desde la que se desarrollan tratamientos cada vez más pioneros para facilitar la vida a los diabéticos.
ENFERMEDAD POCO CONTROLADA
«Sabemos que del 100% de los pacientes con diabetes solo el 50% está diagnosticado, y de ese porcentaje solo el 50% está en tratamiento, y de los que están en tratamiento solo el 50% está controlado», refiere el facultativo desde su consulta en la ciudad de Guayaquil.
Con una incidencia prácticamente similar entre hombres y mujeres, los especialistas recuerdan que los pacientes que padecen la enfermedad tienen una predisposición genética.
Sin embargo, para que se desencadene los factores ambientales como la obesidad, especialmente medida en función del perímetro abdominal, aparte del sedentarismo, a los que se asocian hábitos como el tabaquismo o el consumo de alcohol son determinantes.
«Lo fundamental es tratar de mejorar la educación en el paciente y que este tome conciencia de su enfermedad y lo que se busca el 14 de noviembre es que esa lucha contra la diabetes sea una preocupación tanto del médico como del paciente para que disminuya el descontrol», subraya Gonzaga, gerente médico en Ecuador de la farmacéutica Sanofi.
Entre los medicamentos de última generación destaca uno que combina en una sola pluma o inyectable insulina basal con un medicamento conocido dentro del grupo de agonistas de GLP-1, que controla la glucosa en sangre y aumenta la insulina liberada por el páncreas, una suerte de dos en uno que evita al paciente tener que suministrarse más de una dosis.
El doctor Gonzaga precisa que esta combinación ha demostrado en los estudios clínicos que «tres de cada cuatro pacientes llegan a las metas de control cuando no habían podido hacerlo con antidiabéticos orales únicamente».
DIABETES EN PANDEMIA
La pandemia por covid-19 ha puesto en alerta a muchos diabéticos ante la posibilidad de poder sufrir graves consecuencias en caso de contagiarse del coronavirus.
«Tiene que quedar claro que por tener diabetes no te vas a enfermar más ni es mayor el riesgo de contagio», subraya el especialista, quien no obstante concede que «el problema es cuando ya me contagié y la probabilidad de complicación es mayor».
Desde el inicio de la propagación del virus se ha documentado que los pacientes diabéticos tienen un mayor riesgo de afectación y han proliferado las teorías, aunque no haya ninguna específica que explique el fenómeno global, apunta.
Una explicación podría ser que al tener diabetes la persona tiene una «sobreexpresión» que se traduce en mayor número de determinados receptores que aumentan la probabilidad de que el virus entre con facilidad al organismo.
Otra es que los pacientes están mal controlados de la enfermedad padeciendo de índices elevados o bajos de azúcar en sangre.
«El que tiene la glucosa muy baja tiene problemas para desencadenar una respuesta inmune por la disminución de células blancas, y los pacientes con glicemia alta también tienen facilidad para infectarse», recalca el internista.
Los especialistas han atendido en los meses de pandemia casos de mala suministración de insulina debido a un confinamiento en el que muchos han variado su conducta alimenticia, sedentarismo y quedaron fuera del control de la enfermedad.
Sin embargo, se han dado casos como el de María Elena Díaz, quiteña de 54 años y diabética de tipo 2, que precisamente ha aprovechado para cocinarse en casa, hacer una hora de ejercicio diaria junto a su hijo, que también padece la enfermedad, reduciendo considerablemente los niveles de su azúcar.
«Le tengo mucho respeto al coronavirus, empecé a alimentarme mejor y hacer bicicleta una hora al día con mi hijo, bajé de peso y no salía a la calle», explicó Díaz.
Diagnosticada hace 14 años de la enfermedad después de sentir mucha sed y tener poco apetito, se inyecta insulina y desde hace años y forma parte de una asociación de diabéticos, donde dice haber conocido muchos casos de personas que quedaron ciegas o muy perjudicadas del riñón.
«Me di cuenta de que si te cuidas un poquito vas a tener una mejor vida», concluye al recordar la importancia de la concienciación sobre la enfermedad. EFE