Nacional
Escalada de violencia en Durán, no se detiene

El Arbolito, un sector de Durán, se ha visto nuevamente sumido en la violencia con una masacre que dejó siete víctimas mortales la noche del 12 de octubre de 2024. Este hecho sangriento se suma a una serie de ataques que han convertido a Durán en uno de los cantones más violentos de Ecuador, reflejando una escalada de violencia que no parece tener fin. Las víctimas, todas de sexo masculino, según reportes preliminares, estarían vinculadas al grupo delictivo conocido como Chone Killers, lo que sugiere que el ataque podría ser parte de un ajuste de cuentas o una lucha de poder entre bandas.
La comunidad de El Arbolito y sus alrededores se encuentra en estado de shock, con videos circulando en redes sociales donde se ve a ciudadanos intentando auxiliar a las víctimas bajo el eco de los disparos. Este escenario de violencia se repite con alarmante frecuencia; tan solo tres días antes, el 9 de octubre, la ciudadela El Recreo fue testigo de una represalia que dejó cinco muertos, evidenciando una cadena de venganzas entre grupos criminales que operan en la zona.
A pesar de las medidas de seguridad y el estado de excepción declarado por el gobierno, la capacidad de respuesta parece insuficiente frente a la audacia de estos grupos. La Policía Nacional ha llevado a cabo operativos, resultando en la captura de individuos como «La Gorda», presunto miembro de los Chone Killers, pero estos esfuerzos aún no logran desarticular por completo las operaciones de las bandas. La masacre reciente en El Arbolito no solo refleja la lucha por el control territorial sino también la impotencia momentánea de las fuerzas del orden ante la magnitud de la violencia.
La situación en Durán es un espejo del conflicto interno que atraviesa Ecuador, donde el aumento de la violencia es atribuido a la reconfiguración del mapa delictivo, con pactos y traiciones entre grupos criminales. Este panorama complica aún más las estrategias de seguridad nacional, que buscan no solo detener la violencia sino también prevenir su escalada, algo que, hasta ahora, parece una tarea hercúlea dada la frecuencia y brutalidad de estos eventos.
Este ciclo de violencia en Durán pone en evidencia la necesidad de una revisión profunda de las políticas de seguridad y de cómo se aborda el problema del crimen organizado. Mientras tanto, la sociedad ecuatoriana vive pendiente de cada nuevo reporte, esperando que alguna vez las noticias de violencia sean reemplazadas por las de paz y reconstrucción social.