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Cuba se enfrenta a la peor crisis eléctrica de su historia

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En la mañana del viernes, Cuba fue testigo de un apagón total tras una falla en la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, una de las plantas energéticas más importantes del país. Este evento dejó a toda la isla sin electricidad, obligando al gobierno a tomar medidas drásticas como el cierre de escuelas y la suspensión de actividades industriales no esenciales. Esta acción se enmarca en un plan de emergencia energética con el objetivo de conservar la energía disponible para servicios críticos, reflejando la gravedad de la situación actual.

La crisis energética que atraviesa Cuba no es un fenómeno reciente; ha sido exacerbada por la combinación de averías en las vetustas plantas termoeléctricas, la escasez de combustible, y un incremento en la demanda energética. La economía cubana, ya afectada por una contracción y una inflación de tres dígitos, siente el peso de estos apagones que no solo dificultan la vida cotidiana sino que también catalizan el descontento social y las protestas, como se ha visto en diversas partes del país.

El gobierno cubano, liderado por el presidente Miguel Díaz-Canel, ha señalado la prioridad absoluta de resolver esta «contingencia energética de alta sensibilidad». La respuesta incluye no solo la búsqueda de soluciones inmediatas para restablecer el servicio eléctrico sino también un llamamiento a la comunidad para la conservación de la energía. Este enfoque de emergencia subraya la fragilidad del sistema eléctrico y la necesidad urgente de una reforma en la matriz energética del país.

Este apagón masivo ocurre en un contexto donde Cuba ya enfrentaba apagones programados y cortes de luz que afectan hasta casi el 50% del territorio en momentos de máxima demanda. La dependencia de importaciones de combustible, dificultada por la falta de divisas y las sanciones de Estados Unidos, complica aún más la situación. La isla, que ha visto una disminución en el envío de petróleo desde Venezuela, su principal aliado en este ámbito, lucha por mantener operativas sus plantas de energía.

La situación actual en Cuba se compara con el «Período Especial» de los años 90, aunque con diferencias cualitativas en cómo se percibe la crisis hoy. Mientras que en los 90 la crisis fue súbita tras la caída de la URSS, la actual es el resultado de un desgaste prolongado, donde la adaptabilidad y la resiliencia de la población son testigos de una sociedad que busca sobreponerse a través de medidas como la agricultura urbana y el fomento de energías renovables.

En respuesta a esta crisis, el gobierno ha prometido estudiar un incremento en las tarifas eléctricas y promover la energía solar, buscando diversificar y hacer más sostenible la matriz energética. Sin embargo, estas soluciones a largo plazo no alivian el impacto inmediato de la crisis, que sigue afectando la producción, el abastecimiento de alimentos y medicinas, y la vida diaria de los cubanos, quienes han demostrado una notable capacidad de adaptación y comunidad en tiempos de adversidad.