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Cómo se elige al nuevo Papa: El proceso del cónclave explicado
La elección de un nuevo Papa, uno de los eventos más significativos para la Iglesia Católica, es un proceso cargado de tradición, secretismo y simbolismo. Conocido como cónclave, este ritual se activa tras la muerte o renuncia de un Pontífice, y su desarrollo combina siglos de historia con reglas estrictas para garantizar la independencia de la decisión. A continuación, desglosamos los pasos clave de este fascinante procedimiento.
1. La vacancia de la Sede Apostólica
El proceso inicia cuando la Sede Apostólica queda vacante, ya sea por el fallecimiento del Papa o por su renuncia, como ocurrió con Benedicto XVI en 2013. Durante este período, el Camerlengo, un cardenal designado, asume la administración temporal de la Iglesia, preparando el terreno para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
2. Convocatoria al cónclave
Según la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996 y ajustada por Benedicto XVI, el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días después de la vacancia. Los cardenales electores, aquellos menores de 80 años al momento de la vacancia (con un máximo de 120), son convocados a Roma desde todos los rincones del mundo. Actualmente, representan una diversidad geográfica que refleja la universalidad de la Iglesia.
3. El cónclave: Un ritual en la Capilla Sixtina
El cónclave, cuyo nombre deriva del latín cum clave (“con llave”), se celebra en la Capilla Sixtina, un espacio aislado para proteger la confidencialidad y evitar influencias externas. Los cardenales prestan un juramento solemne de guardar secreto antes de iniciar las votaciones.
El proceso de votación
- Votaciones: Se realizan hasta cuatro votaciones diarias (dos por la mañana y dos por la tarde). Cada cardenal escribe el nombre de su candidato en una papeleta con la inscripción “Eligo in Summum Pontificem” (Elijo como Sumo Pontífice).
- Mayoría requerida: Para ser elegido, un candidato debe obtener dos tercios de los votos, garantizando un consenso amplio.
- Humo negro y blanco: Tras cada ronda, las papeletas se queman. Si no hay elección, se añade un químico que produce humo negro, visible desde la Plaza de San Pedro. Cuando se elige al nuevo Papa, el humo es blanco, desatando la alegría de los fieles.
4. Aceptación y anuncio al mundo
Una vez que un candidato alcanza los votos necesarios, el decano del Colegio Cardenalicio le pregunta si acepta la elección y qué nombre papal adoptará. Tras su aceptación, el nuevo Papa se prepara para su primera aparición pública. Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono proclama: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!” (Os anuncio una gran alegría: ¡Tenemos Papa!), presentando el nombre y título del nuevo Pontífice.
5. ¿Quién puede ser Papa?
Aunque, en teoría, cualquier varón católico puede ser elegido, en la práctica moderna los Papas suelen ser cardenales. Los electores consideran factores como la capacidad de liderazgo, la espiritualidad, la salud, la edad y la visión para enfrentar los desafíos globales de la Iglesia, desde la secularización hasta las tensiones geopolíticas.
Un proceso bajo estrictas normas
El cónclave está diseñado para ser un acto de discernimiento espiritual, libre de presiones externas. Los cardenales no pueden comunicarse con el exterior, y cualquier violación del secreto conlleva graves sanciones eclesiásticas. Las reglas actuales, consolidadas por Juan Pablo II y Benedicto XVI, aseguran que la elección sea transparente dentro de su marco sagrado.
Un evento de impacto global
La elección de un Papa no solo define el rumbo de la Iglesia Católica, con más de 1.300 millones de fieles, sino que también tiene implicaciones culturales, sociales y políticas en el escenario mundial. Cada cónclave es una ventana a la historia viva de una institución milenaria que sigue capturando la atención del planeta.