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Pekín condena venta de armas de EE.UU. a Taiwán

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China expresó su “firme oposición” a la reciente aprobación por parte de Estados Unidos de una venta de repuestos y piezas de reparación para aeronaves militares taiwanesas, valorada en 330 millones de dólares. Se trata de la primera operación de este tipo desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

El portavoz del Ministerio de Defensa chino, Zhang Xiaogang, aseguró que la transacción vulnera el principio de “una sola China” y los comunicados conjuntos firmados entre ambos países, calificándola como una “interferencia en asuntos internos”. Pekín trasladó una protesta formal a Washington y advirtió que adoptará “todas las medidas necesarias” para salvaguardar su soberanía e integridad territorial.

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Zhang instó a Estados Unidos a detener de inmediato lo que denominó una “práctica errónea” de armar a Taiwán, para evitar un deterioro mayor en las relaciones bilaterales. También acusó a las autoridades taiwanesas de “malgastar el dinero del pueblo” en la compra de armamento y advirtió que “confiar en fuerzas externas o resistirse a la reunificación por la vía armada está condenado al fracaso”.

La venta incluye componentes para aviones F-16, C-130 y para el caza de fabricación local IDF, según la Agencia de Cooperación para la Seguridad de la Defensa estadounidense.

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Taiwán sostiene que estos suministros reforzarán la preparación de sus fuerzas aéreas y su capacidad de respuesta ante las incursiones chinas en la llamada “zona gris”. Pekín, por su parte, considera a la isla como parte inalienable de su territorio y no descarta el uso de la fuerza para lograr la reunificación, uno de los objetivos estratégicos del presidente Xi Jinping.

La disputa se suma a más de siete décadas de tensiones en las que Estados Unidos, principal proveedor de armas de Taipéi, ha mantenido un rol clave pese a no tener vínculos diplomáticos formales con la isla.

El anuncio de la protesta china coincide con una semana marcada por otras fricciones regionales, especialmente con Japón, luego de que la primera ministra Sanae Takaichi sugiriera que un ataque a Taiwán podría justificar la intervención de las Fuerzas de Autodefensa niponas. Pekín calificó esas declaraciones como “peligrosas” y contrarias al orden internacional de posguerra.

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