Guayaquil

En medio de un ambiente tenso políticamente Guayaquil tendrá dos celebraciones

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Guayaquil se prepara para conmemorar sus 204 años de independencia el 9 de octubre con un ambiente cargado de divisiones políticas. Este año, la celebración se ve ensombrecida por la rivalidad entre el alcalde Aquiles Álvarez y el presidente Daniel Noboa, quienes han organizado eventos paralelos, reflejando el conflicto existente entre las dos figuras políticas. Este enfrentamiento se ha agudizado tras el caso Triple A, vinculado a presuntos actos de contrabando de combustibles que ha afectado directamente al negocio familiar de Álvarez, llevando a la clausura de varias de sus gasolineras.

La decisión de realizar dos actos separados no solo habla de la falta de unidad entre las autoridades locales y nacionales, sino que también ha sido justificada por Álvarez, quien ha expresado que no puede fingir cordialidad en medio de lo que considera una persecución política. La sesión solemne del Municipio, programada en el Parque Centenario, marcará un distanciamiento claro del evento gubernamental, el cual se llevará a cabo en los exteriores de la Gobernación del Guayas con la presencia del presidente Noboa. Este escenario pone de manifiesto la incapacidad de ambas partes para dejar de lado diferencias en pro de una celebración unitaria.

El caso Triple A se ha convertido en un punto focal de la contienda política en Guayaquil. Presentado por el gobierno de Noboa el pasado 12 de julio, este caso ha puesto en tela de juicio la integridad del alcalde y ha tensado aún más la cuerda entre el municipio y el gobierno central. La negativa de Álvarez de invitar a las autoridades nacionales a su evento es un reflejo directo de estas tensiones, subrayando la profundidad de la brecha política en una fecha que tradicionalmente une a la comunidad guayaquileña.

Esta dualidad en las celebraciones no solo divide la atención de los ciudadanos sino que también envía un mensaje sobre el estado de la política local y nacional en Ecuador. La falta de una celebración conjunta para un evento tan significativo como la independencia de Guayaquil podría ser interpretada como un símbolo de la discordia que prevalece en la esfera política ecuatoriana, dejando a los residentes de Guayaquil en medio de un dilema de lealtades y en una posición donde deben elegir entre dos visiones de liderazgo para su ciudad y país.

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