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‘El destripador de Yorkshire’: un notable true crime de Netflix que reinterpreta la sordidez del caso con una aguda lectura social

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Netflix afronta uno de los capítulos más negros de la historia criminal de inglaterra tratando el caso del Yorkshire Ripper, y su carrera de muertes que le llevó a ser comparado con Jack el destripador, el famoso asesino en serie de Londres. Un apodo que se traduce tal y como la plataforma ha titulado la serie en España, ‘El destripador de Yorkshire’. sin embargo, en su versión original es tan solo ‘The Ripper’.

El 30 de octubre de 1975, la policía de Yorkshire Este se vio envuelta en una de las cacerías humanas más grandes y caras de la historia británica. La búsqueda de Peter Sutcliffe, asesino de 13 mujeres (y 7 tentativas más sin éxito) entre 1975 y 1981. La docuserie de Netflix se sumerge directamente en el corazón de esta investigación, condensando en 4 episodios todo el fascinante retrato de la época y los procedimientos de búsqueda.

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¿Respeto a las víctimas?

La serie, que originalmente iba a ser titulada ‘Once upon a time in Yorkshire’ (Érase una vez en Yorkshire) cambió su título al más macabro ‘The Ripper’, por lo que los familiares de las víctimas han condenado el título de la miniserie criticándolo de glorificar los asesinatos mientras acusan a Netflix de jugar con el sensacionalismo al cambiar dicho título, así como el tratamiento de las víctimas que ejercían la prostitución.

Si bien cualquier documental True Crime puede ser acusado de sensacionalismo, la afición a este género ha ido evolucionando y cada vez tenemos ejemplos más responsables, y si bien hay un cierto elemento de atracción hacia lo oscuro, casos como ‘The Confession Killer’ o este mismo hacen un buen trabajo para cambiar la percepción de muchos asesinos en la historia, centrándose desmitificar muchos supuestos de bibliografías que tan solo enumeraban asesinatos.

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El primer episodio se centra en sus primeras cuatro víctimas. El segundo se centra en informes de testigos presenciales de esos sobrevivientes y fragmentos de evidencia mientras la policía de West Yorkshire comienza a investigar con un poco más de urgencia. El tercero comienza en 1979 cuando la policía recibe una carta y una cinta del mismísimo Destripador y el cuarto revela cómo todo el esfuerzo sirvió para poco debido a los prejuicios misóginos de los investigadores.

Crónica de una chapuza

Pese a las quejas sobre la serie a Netflix ‘El destripador de Yorkshire’ no se centra en detalles escabrosos y usa un punto de vista neutral, pese a que las entrevistas a los policías e implicados pueden dar a entender otra cosa (esa repugnante diferencia entre «inocentes» y «prostitutas» que utiliza algún oficial a día de hoy) y está muy bien contrastando con diferentes puntos de vista, y con todas las revelaciones finales, se desvela la ineptitud de una policía que entrevistó a Sutcliffe 9 veces antes de que finalmente fuera condenado.

El documental también se esfuerza por revelar e investigar los cambios sociales gracias a una gran cantidad de material de archivo bien editado, con los que los creadores Ellena Wood y Jesse Vile te trasladan a la década de 1970 en West Yorkshire, convirtiéndose en un personaje de la historia. Trabajos escasos y tensiones económicas hacían que mujeres desesperadas recurrieran al trabajo sexual, y les costaba ir a la policía por temor a arrestos y represalias. Impacta la diferencia entre cómo los hombres trataban a las víctimas femeninas frente al análisis de las mujeres periodistas que se acercaron al caso, observando las asunciones y errores de base en la investigación por supuestos anclados en ideas patriarcales de otro siglo.

También cómo el entorno hacía que los asesinos se centraran en las mujeres y cómo el alarmismo social llevó a un cuento de caperucita con toque de queda que avivó el movimiento feminista impulsándolo y fortaleciéndolo. Puede que ‘El destripador de Yorkshire’ nos pierda demasiado en las mismas pistas falsas y callejones sin salida en las que erraron sus protagonistas en los 70, pero resulta un documento verdaderamente revelador de lo venenosas que resultan las presunciones nacidas al amparo de convenciones sociales asumidas y ancladas en ideas del pasado.

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Fuente: ESPINOF