La jueza ultraconservadora Amy Coney Barrett, nominada para el Tribunal Supremo por el presidente de EE.UU., Donald Trump, encajó este martes los golpes de los senadores demócratas sin perder la compostura y sin ofrecer siquiera una pista acerca de cómo fallará en casos tan importantes relacionados con el aborto o el futuro del Obamacare.
«Los jueces no pueden levantarse un día y decir: tengo una agenda, me gustan las armas, odio las armas; me gusta el aborto, odio el aborto. Y simplemente andar por ahí como una reina e imponer su voluntad al mundo», dijo con cierta ironía Barrett durante el segundo día de audiencias en el comité judicial del Senado.