Uno de los sitios ideales para disfrutar de la naturaleza es, sin duda, Playa Varadero, en Data de Posorja, a sólo 1 hora de Guayaquil. Arena y mar se conjugan en un kilómetro de extensión, sumado a las delicias gastronómicas que se ofrecen en 24 locales de comida.
El COE cantonal, acatando las disposiciones de la alcaldesa Cynthia Viteri, dio paso a la reapertura al comercio y al turismo en este balneario, bajo estrictas medidas de control y de bioseguridad que son adoptadas, tanto por los visitantes como por los comerciantes y quienes brindan servicios de alimentación.
Nancy Crespín, con su negocio de carpas, fue
capacitada para atender a los turistas aplicando normas de limpieza y orden definidas por la autoridad cantonal. Es así que sólo está permitida la instalación de 40 parasoles por día con capacidad para 4 personas cada uno, y entre cada parasol hay 3 metros de distancia. “Estamos utilizando implementos como el alcohol y cambiando luego de cada uso las toldillas de las perezosas, sostiene Nancy, quien destaca además que los todos los turistas llegan con sus mascarillas.
Julio Chalén, Secretario del Comité Comunitario de Gestión de Riesgos en Data de Posorja, explica que la normativa de bioseguridad se ejecuta desde el mismo ingreso a la playa, “existen dos filtros donde se cumple la desinfección de manos y toma de temperatura”. En el patio de comidas se acondicionó un lavadero donde los visitantes cuentan con agua y jabón para la desinfección correspondiente. Adicional a los controles, a los comerciantes les hicieron pruebas rápidas de COVID-19 y se sometieron a una capacitación de bioseguridad e higiene para la atención al público.
En total, esta autorizado un aforo de 160 personas en cada uno de los dos turnos de atención en Playa Varadero, en los comedores y acceso a la playa, de cuatro horas cada uno: 9:00 a 13:00 y de 13:30 a 17:30. En el sitio las mesas se mantienen también separadas, con lo que se cumplen los protocolos a fin de evitar los contagios de coronavirus.
Desde su reapertura el 13 de septiembre cada vez son más los grupos familiares que durante su estancia cumplen las disposiciones establecidas. Tal como lo menciona Trinidad Ochoa “desde la entrada nos dijeron que era sólo por un lugar, nos advirtieron que debíamos estar separados y usando la mascarilla”.
Su amiga Cumandá Vivar asume la responsabilidad, “ya depende de nosotros mantener la limpieza
