Recientemente, se vivió una tragedia en la ciudad de Odessa, Ucrania, cuando un misil balístico ruso impactó una zona residencial, cobrándose la vida de al menos 20 personas e hiriendo a más de 70. Este devastador ataque, considerado por las autoridades ucranianas como uno de los más mortíferos perpetrados por Moscú en semanas, ha sumido a la comunidad en un profundo estado de conmoción y dolor.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, no tardó en responder a este ataque calificándolo de “cobarde” e indicando que las fuerzas ucranianas tomarían una «respuesta justa» ante esta situación. Desde hace semanas, Odessa ha sido blanco de constantes ataques por parte de las fuerzas rusas, que han utilizado drones y misiles en sus operaciones militares en la región. Según informó el jefe de la administración regional, Oleg Kiper, dos misiles Iskander-M lanzados desde la Crimea ocupada por Rusia impactaron la ciudad, causando graves daños a la infraestructura civil y afectando las líneas de gas y electricidad.
En un giro desgarrador, el segundo ataque con misiles cobró la vida de un médico y un socorrista que acudieron al lugar del primer ataque para prestar auxilio a las víctimas, mientras que otras diez personas resultaron gravemente heridas, según Kiper.
Este trágico suceso ha dejado una profunda cicatriz en la comunidad de Odessa y ha generado una condena generalizada a nivel nacional e internacional. La necesidad imperiosa de poner fin a la violencia y buscar vías para el diálogo y la paz se vuelve más urgente que nunca en medio de esta devastadora situación que enluta a toda una ciudad y conmociona al mundo entero.
